La Xunta da la autorización ambiental para que Ignis cree su planta de amoníaco en Langosteira, en el puerto de A Coruña

El proyecto definitivo rebaja la producción máxima hasta las 725.000 toneladas al año | Sintetizará la sustancia empleando energías renovables e hidrógeno que se obtendrá en otra fábrica situada en la antigua Alu Ibérica

Futuras instalaciones del proyecto de Ignis en punta Langosteira.

Futuras instalaciones del proyecto de Ignis en punta Langosteira. / La Opinión

La empresa Armonia Green Galicia, de la multinacional energética Ignis, quiere abrir en el puerto exterior de punta Langosteira una fábrica para sintetizar amoníaco verde, esto es, producido con energía limpia que, al menos en parte, traerá de instalaciones de fuera de Galicia. La Xunta aprobó este jueves otorgarle la autorización ambiental integrada, un documento que fija las condiciones y precauciones que tiene que seguir la empresa para respetar el medio natural y prevenir la contaminación. Aunque todavía se puede interponer un recurso contra esta resolución, el documento da luz verde ambiental al proyecto de Ignis, que, pese a que el Gobierno gallego decretó una tramitación de urgencia, llevaba más de un año esperando por el permiso. La empresa pidió la autorización en enero del año pasado, y también la evaluación de impacto ambiental, que se le concedió en diciembre.

La planta de amoníaco es una de las dos patas del proyecto industrial de Ignis en A Coruña: la otra estará en los antiguos terrenos de Alu Ibérica. El amoníaco, que se emplea para múltiples usos industriales que van desde la fabricación de fertilizantes a la purificación de agua o la elaboración de fármacos, se compone usando agua, nitrógeno e hidrógeno, e Ignis prevé sintetizar este segundo elemento en una fábrica situada en los terrenos de la antigua Alu Ibérica. La finca es ahora propiedad de la multinacional japonesa de fabricación de grafito Resonac, que la usará para ampliar sus propias instalaciones y cederá una parte a Ignis.

Este grupo, según ya adelantó este diario, transportará el hidrógeno hasta punta Langosteira “a través de una red subterránea”. También está sobre la mesa la posibilidad de suministrar parte del material a Resonac y generar oxígeno, que “podrá valorizarse en la industria, la medicina o para mejorar la calidad del medio ambiente”.

La fábrica de punta Langosteira, de acuerdo con la autorización ambiental, se construirá en tres fases, que incluyen construir instalaciones de almacenamiento, edificios de oficinas, tanques de agua y dos chimeneas, una de 25 metros y otra de 20. La Xunta advierte de que, “cuando se disponga de los primeros datos de mediciones”, la empresa deberá justificar la altura de esta segunda torre conforme a la normativa. El amoníaco se sacará del puerto sobre todo en barco, a través de “tres brazos de carga, como mínimo”, en el muelle designado como El Martillo, pero la estación tendrá también una estación de ferrocarril. El proyecto presentado por la empresa indica que la fábrica ocupará una extensión de 124.000 metros cuadrados, si bien en la autorización se indica que parcela de la planta tiene algo menos de 104.000, y la ocupación sube a unas 113.500 contando tubos y espacios portuarios

Con las sucesivas ampliaciones, la capacidad de producción anual pasará de 145.000 toneladas de amoníacos iniciales a 435.000 y 725.000. Esto supone una disminución con el proyecto que presentó Ignis el año pasado, que preveía un máximo de 830.000 toneladas. El proyecto prevé llegar a consumir cerca de 20.500 metros cúbicos de agua desmineralizada al año, que se traerán en camiones cisterna desde otra planta.

Aunque el proceso no genera aguas residuales, sí que crea aguas “potencialmente contaminadas” por la lluvia que cae en las zonas de trabajo y almacenamiento. Estas se depurarán a través de un separador de hidrocarburos antes de verterse al mar: el caudal máximo se calcula en casi de 24.500 metros cúbicos al año. La empresa deberá realizar análisis de estas aguas y emitir informes a Augas de Galicia, y la Xunta puede exigir mejoras en la depuración.

La autorización ambiental incluye otras obligaciones para Ignis, como la de emitir una memoria anual de residuos y controlar sus emisiones de contaminantes, además de tener un plan específico para actuar en situaciones que pueden afectar al medio ambiente o la salud humana y someterse a inspecciones de seguimiento. Una vez que la fábrica empiece a funcionar, Armonia deberá elaborar un estudio para ver cómo se dispersan las emisiones de su instalación, y en función de esto “se decidirá si es necesario” establecer mecanismos de control fijos en zonas pobladas próximas.

Además, tendrá que hacer un estudio de olores para ver si afectan a zonas habitadas, y diseñar un protocolo para responder si se producen quejas. En los primeros seis meses de funcionamiento de la planta se realizará una campaña de control de ruidos, y, antes del inicio de la actividad, debe analizar la calidad del suelo y aguas subterráneas.

La Xunta revisará la autorización ambiental en un plazo de cuatro años “a partir de la publicación de nuevas conclusiones relativas a las mejoras técnicas disponibles”, y la empresa debe comunicarle cualquier modificación de las instalaciones. También debe informar previamente a la Xunta si cesa la actividad temporalmente, aunque sea de manera parcial, y, si cierra la fábrica, ha de comunicarlo con una antelación mínima de seis meses.

Importación de electricidad

La previsión de consumo es de 77,5 megavatios anuales con las tres fases de la instalación desarrolladas, sustancialmente menos que la de la de hidrógeno, que, según Ignis, puede llegar al gigavatio, lo que la convertiría en una de las fábricas “más grandes de España” en su sector. El grupo Ignis ha asegurado a este diario que su plan industrial es “autosuficiente y sostenible”, ya que la electricidad provendrá “de los parques de energía renovable” que posee fuera de Galicia.

El proyecto ambiental presentado el año pasado preveía completar la primera porción de la fábrica del puerto exterior en el primer semestre de 2026, pero Ignis señaló a este diario a mediados de 2023 que los plazos pueden variar, y señalaba 2027 para que entrasen en funcionamiento los primeros pasos de esta planta y la de Agrela. Calculó inversión la primera fase de la fábrica del puerto exterior en 177 millones, y 350 millones para ambas.

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