Opinión | EDITORIAL

Por un amplio pacto para el transporte público

Buses urbanos circulan en ambos sentidos por la Marina. |   // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Buses urbanos circulan en ambos sentidos por la Marina. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

A Coruña afronta un reto mayúsculo en la renovación de un servicio básico en el día a día de sus ciudadanos. El transporte colectivo de viajeros, el bus urbano, camina hacia un nuevo contrato, una nueva concesión, y la futura licitación deberá resolver las carencias actuales, darle un giro a las condiciones económicas de la concesionaria y proyectar un modelo de futuro, flexible para adaptarse a la evolución de la ciudad, a las necesidades cambiantes de sus usuarios y a las evoluciones técnicas del transporte.

El contrato con la actual gestora del servicio, la Compañía de Tranvías de A Coruña, expira el 31 de diciembre, tras resolver a favor de la empresa el litigio que mantenía con el Ayuntamiento. El Gobierno local ha apostado por continuar con la gestión indirecta del servicio en lugar de asumirla con medios propios. Según el informe que encargó a una consultora para tomar esta decisión, externalizar el contrato, como sucede ahora, resulta más barato para las arcas municipales, entre un 5% y un 9%, hasta dos millones de euros al año y una flexibilización de los servicios gracias a la profesionalización de la gestión; convertirlo en público permitiría tarifas más baratas para el ciudadano y una “mejora en la calidad y cantidad de los servicios ofrecidos”.

Tomada esta decisión sobre el sistema de gestión, el Ayuntamiento va a sacar a concurso en breve un análisis para definir el nuevo modelo de autobús urbano y definir el pliego para licitar la concesión. Con nueve meses para su redacción desde que sea adjudicado y con la necesidad posterior de convocar el concurso del nuevo contrato, el nuevo bus urbano de A Coruña no comenzaría a circular hasta 2026, un año después de concluir el contrato de Tranvías y a uno de las próximas elecciones municipales, mala época para acometer cambios.

Las cláusulas del Ayuntamiento para elaborar el próximo estudio y los pliegos del concurso orientan por dónde va a ir el nuevo contrato: empleo de autobuses sostenibles, ampliación de rutas a zonas ahora no cubiertas, integración con los buses interurbanos y BiciCoruña, y previsión de los nuevos desarrollos urbanísticos, como San Pedro de Visma, As Percebeiras, la ampliación del Chuac, la Ciudad de las TIC, el polígono de Vío o los muelles interiores. También plantean tres momentos para acometer un cambio en el actual mapa de rutas —al inicio de la concesión, cinco años después o en 2035— y la necesidad de prever las necesidades de la movilidad de la ciudad en los próximos quince años.

Cualquier renovación de líneas, paradas o rutas exige reposo, calma, comprensión y tiempo de adaptación, tanto desde el Ayuntamiento como desde los usuarios del transporte. Por eso, el nuevo contrato debe surgir de criterios técnicos objetivos y, además, del necesario consenso político, tan lejano aparentemente ahora, y dando voz a los usuarios a través de un proceso participativo. El autobús urbano debe nacer del acuerdo, guiado por supuesto por quien gobierna, pero contando con la otra parte de la Corporación y con la sociedad coruñesa, para que la implantación de los cambios que se avecinan tengan un apoyo máximo.

Pero, sobre todo, el diseño del transporte público debe ponerse al servicio de sus usuarios, de sus necesidades, contemplar aspectos ahora olvidados, como la puesta en marcha de un servicio nocturno eficiente; acortar las largas frecuencias en fines de semana y festivos; la cobertura de eventos multitudinarios, como los partidos del Deportivo en el estadio de Riazor; y el refuerzo, en horas punta, de líneas con gran demanda de viajeros. Solo de este modo se alcanzará la meta básica de todo transporte de viajeros: ofrecerse como alternativa real y efectiva al coche privado, para reducir la contaminación y fomentar una movilidad sostenible.